Un deseo de todo predicador es que su esfuerzo y dedicación traigan resultados y que su trabajo, un día, produzca frutos, as como el labrador espera el precioso fruto de la tierra, pero cuando el resultado es negativo, en ocasiones hay frustración y desánimo para perseverar en la obra (Santiago 5:7).

Los apóstoles tenían como propósito el bienestar de la iglesia. Por una parte estaba la estabilidad, la madurez y el crecimiento de las congregaciones, y por la otra el temor de trabajar en vano y que pronto la obra quedara en el olvido. Esto era el sentir de los apóstoles y en especial del apóstol Pablo como lo podemos notar en sus cartas a las iglesias. Veamos algunos ejemplos:

A los Tesalonicenses: "Por lo cual también yo, no pudiendo soportar más, envié para informarme de vuestra fe, no sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano" (1 Tesalonicenses 3:5).

A los Gálatas: "Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros" (Gálatas 4:8-11).

A los de Corinto: "Y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias" (2 Corintios 11:28).

Queridos hermanos: este temor también está la mente del predicador en el día de hoy, pero no solo de los predicadores, también la mente de todo hermano que ama la obra de Dios. Cuando vemos que el edificio de reunión se cierra para ya no abrirse más, pensamos que todo fue en vano. Cuando no hay firmeza y algunos son inconstantes, cuando alguien en la iglesia vive como si en realidad no conociera a Dios, ignorando la palabra. Cuando alguno se olvida de la oración y la lectura diarias en su hogar. Cuando alguno lucha solo por su prosperidad material y se olvida del amor al prójimo y de su crecimiento espiritual. Esto era más o menos la situación de la iglesia en Filipos, muchos estaban llenos de afanes: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias" (Filipenses 4:6). Pensaban solo en lo terrenal: "Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal" (Filipenses 3:18-19). En su preocupación por ellos mismos se llenaron de compromisos con el mundo. Estos compromisos no les dejaban tiempo ni fuerzas para Dios. Cuando Pablo vio esta situación les exhortó duramente, recordándoles que no se olvidaran de la Palabra y de su compromiso con Dios porque de lo contrario todo ser en vano: "Asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado" (Filipenses 2:16). Que el trabajo resulte en vano, llena de temor y desesperación a cualquier predicador, pero también ver a un hermano, o una iglesia motivados, llena de gozo: "Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo" (1 Tesalonicenses 2:19-20). "Porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor" (1 Tesalonicenses 3:8). "No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad" (3 Juan 4).

Hermanos: no dejemos que la cruz de Cristo se haga vana y que la obra de los hermanos resulte en nada. Afirmémonos más cada día y busquemos nuestro crecimiento espiritual. "Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano" (1 Corintios 15:58). Que el Señor nos ayude para que así sea.

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